¡Y qué contento te pones
cuando encuentras el primero!
le limpias bien el hollín,
lo coges con mucho esmero,
y lo pones en la cesta…,
la cesta del niscalero.
La cesta debe tener
un cómodo agarradero,
y su culo dispondrá
de pequeños agujeros
que esporas dejen caer
para el año venidero.
Es importante elegir,
con mucha astucia el sendero
que vayamos a seguir;
y si hay mucho dominguero,
desde aquí te recomiendo
tomar otros
derroteros,
que níscalos no verás
pues sólo verás seteros;
y con el cesto vacío
comienzan los desesperos.
Cuando ya des con el sitio
debes andar muy ligero,
mirar bien entre las jaras,
también bajo los
romeros
y a orillas de algún
arroyo
buscar níscalo
yerbero,
que así llenarás la
cesta…,
la cesta del niscalero.
Al acabar la jornada,
si fuiste de jornalero,
de esos que aunque llueva mucho
se ponen el chubasquero
o ni siquiera se paran
para comerse el puchero;
debes buscar comprador
y cambiarlos por dinero.
Pero si fuiste a coger
para hacer guiso casero
y acabó dándose bien,
te metes a conservero,
que el níscalo aguanta poco
por ser muy perecedero.
Y así se vacía la cesta….
la cesta del niscalero.
Guillermo Gutiérrez
Cesta de ricos níscalos.