miércoles, 5 de agosto de 2015

La María Juana


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Al subir la calle nueva,
cuando llegas a la plaza,
nos encontramos de frente
con una fachada blanca
que tiene cuatro balcones,
una pequeña ventana
y una puerta de madera
que nunca estuvo cerrada.

Después del amanecer,
al asomar la mañana,
aquella puerta barría
una mujer campechana
para tenerla decente,
pues durante todo el día
no dejaban de cruzarla
un gran número de gente.

Unos buscaban la maña
que aquella buena mujer
en la costura se daba,
otros la conversación,
que siempre de buena gana
les ofrecía con agrado
y una sonrisa en la cara;
otros le pedían consejo
por ser una mujer sabia
y otros buscaban consuelo
del dulce de sus palabras.
También iban a enterarse
por quién era que doblaban
ya que cuando había un difunto
ella era la encargada
de que doblaran campanas.

Hoy las campanas no doblan,
más bien parece que lloran
la muerte de maría juana,
una mujer de bandera
que se curtió en mil batallas
y en el cielo están de fiesta
para recibir su alma,
la que siempre tuvo abierta
como la puerta de casa.




Guillermo Gutierrez.

La María Juana





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