lunes, 5 de junio de 2017

El alcornoque y el corchero




Un alcornoque frondoso
valeroso y aguerrido
se enfrentó con un corchero
y con arrojo le dijo:

¿Otra vez con esa hacha?,
¿por qué te ensañas conmigo?,
me laceraste con ella
la última vez que nos vimos.

No temas, no te haré daño,
vengo a quitarte el abrigo
porque pronto hará diez años
que me diste tu bornizo.

¿Cómo quieres que no tema?;
Si los cortes de ese filo
y el ímpetu de tus golpes
me dejaron  malherido;
y al arrancar mi corteza
con ese astil de quejigo,
lo hiciste con tanta fuerza
que desgarró mis tejidos.

Eso fue hace mucho tiempo
cuando sólo era un chiquillo,
han pasado ya diez sacas
y ahora soy corchero fino.

 ¿Y por qué quieres mi piel?,
Explícame los motivos,
si no, no te la daré;
otros árboles me han dicho
que si mantengo mi corcho
resisto  más tiempo vivo,
que en lugar de vivir dos
existiré  cinco siglos
y que si el fuego me alcanza
estaré más protegido.
¿Por qué merece la pena?,
¿Dónde está lo positivo?

Escucha, yo te lo digo…
Si no me dieras tu corcho
correrías serio peligro,
porque tu fruto es amargo
y áspero como el membrillo,
y tu madera tan mala
que ni de leña ha servido;
para sombra de alcornoque
mejor sombra del encino
que da la bellota dulce
y engorda más al cochino.

 Si por mi mala madera
no alcanzo a llama  de cirio
y mi fruto es desabrido…
¿por qué por mi corcho sirvo?


Porque  tu corcho protege
la excelencia del buen vino,
el destino de este hombre
y el sustento de sus hijos.
debes sentirte orgulloso
por prestar tanto servicio.

Corchero, me has convencido,
te has ganado mi cariño,
y a ti te doy mi corteza
porque tengo la certeza
de que eres un buen amigo,
arráncamela con mimo,
que al pasar diez primaveras
me veré otra vez contigo
y hasta el alma te daré
para que coman tus niños.






Guillermo Gutiérrez



lunes, 19 de diciembre de 2016

Los colores de mi pueblo

                                             archivo de sonido -los colores de mi pueblo-






Nunca los niños cucones
necesitaron maestro
para aprender los colores,
los conocieron creciendo
por los mágicos rincones
de nuestro precioso pueblo.
Blanco de sus casas blancas
que se apiñan en el cerro,
de las sutiles nevadas
que tapizan la montaña
cuando se arrecia el invierno,
de la leche de las cabras,
de la lana del cordero
y de la flor de la jara,
esa  mariposa inquieta
que nunca levanta el vuelo.
Gris en el rudo bornizo
de los alcornoques nuevos
y en los escarpados riscos
donde los machos monteses
hacen alarde de  cuernos.
Rojo de las amapolas,
de  las brasas de un buen fuego,
de  las pinturas famosas
que tanta gloria nos dieron
y el  fruto de las “madroñas”
que a nuestra Sierra Madrona
le dieron nombre hace tiempo.
Naranja en la bella estampa
del  atardecer rañero,
del níscalo que entre pinos
se asoma rompiendo el suelo
y  del tronco de alcornoque
recién  pierde su pellejo.
Verde de jara y de brezo,
de retama ,de  romero ,
de roble, encina y  enebro;
verde de los olivares
que se aferran a los pechos
y  del aceite de sierra
que hasta que llega a la mesa
requiere de mucho esfuerzo
por lo duro de esta tierra.
El  castaño en  los senderos,
en el pelo de la cierva,
 en  las bellotas morenas
que desde octubre a febrero
son reinas de  montanera.
Rosa en la flor de peonía
y el arrebol de poniente
que engalana puerto viejo
cuando terminan los días.
Los amarillos intensos,
en la elegante mimosa
que se despierta en enero
y en las flores de la hiniesta
que embellece los maderos
el tres de mayo en su fiesta.
Y cuando se  muere el sol,
y apaga el azul del cielo
se le acaba el alimento
a este espectro de color
y se muestra el color negro;
negro de la noche negra
 donde caza el cuquillero,
donde nacen las estrellas
y se descubren los miedos,
donde se escuchan los lobos,
donde se velan los muertos,
donde se cierran los ojos
para comenzar los sueños.



Guillermo Gutiérrez







viernes, 16 de septiembre de 2016

La berrea en Fuencaliente


LA BERREA EN FUENCALIENTE

Archivo de sonido para oir el poema recitado.



Cuando la grácil lluvia de septiembre
refresca las montañas de mi pueblo
su  salvaje  fauna se remueve
empujada  por la fuerza de su celo,
es entonces cuando se oyen, imponentes,
los ásperos bramidos de los ciervos .

Espectáculo sonoro en Fuencaliente,
que  en butacas de risco, por asiento,
el cucón al escucharlo se estremece
en las noches que la luna aclara el cielo;
comienza el cortejo entre las reses,
el valle, navalmanzano, el pezuelo,
peñaescrita  y  el robledo  se convierten
en hermosos escenarios del  berreo ,
 donde enérgicos y osados “venaos” nuevos
se afanan en robarle los harenes
 a robustos  y potentes “venaos” viejos.

De repente la sierra se enmudece
y se escucha el ruido sordo, seco,
que producen los dos machos valientes
con el chocar violento de sus cuernos.

¡Qué lujo es observar a los que vencen
consumar  con la cierva el apareo!,
y que triste saber que algunas veces
 en el duro y poderoso forcejeo
los cérvidos terminan por caerse
con sus astas enredadas  en el suelo
a la espera de una amarga y lenta muerte.


Guillermo Gutiérrez


Resultado de imagen de ciervo berreando


venado en berrea.

lunes, 30 de mayo de 2016

Nuestro toro de fuego.

Archivo de sonido: Nuestro toro de fuego




No es de Osborne, ni embolado,
tampoco es el de la vega;
no es el toro enamorado
ni el toro de la bandera.
No está atrapado en un ruedo
entablando una pelea
para evitar que un torero
lo deje muerto en la arena.
Nunca embiste con sus cuernos
ni tiene sangre en las venas;
no le cortan las orejas
ni lo arrastran por albero
cuando acaba la faena.

Es nuestro toro de fuego;
el que  ilumina la fiesta
con eléctricos rastreros
y refulgentes centellas
escoltado por mozuelos
en intrépida carrera;

el que embruja a los del pueblo,
el que enamora al de fuera;

el que al final de su  quema,
por bravo, valiente y bueno
lo indultan y se lo llevan
hasta la próxima feria.



Guillermo Gutiérrez



toro de fuego en plena carrera.






miércoles, 30 de marzo de 2016

Tragedia en "La charca de mata mujeres"


Archivo de sonido



Un veintinueve de junio
de mil novecientos once
se produjo una desgracia
en el río de los azores.

Estando Laureano Rubio
en una poza de mote,
charca de mata mujeres,
tuvo el infortunio  el pobre,
mientras que tomaba un  baño
de no mantenerse a flote.

Tres amigos que allí estaban,
al ver que se ahogaba el joven
se precipitan al agua
y rápido lo socorren,
pero para natación
no tenían muy buenas dotes
y ni siquiera lograron
aproximarlo hasta el borde.

No lo podían rescatar,
y pidiendo auxilio a voces
llegó gente hasta el lugar,
y un tal  Pedro Gómez López
fue quien lo sacó al final,
recibiendo un duro golpe
al no verlo respirar.

 El médico por entonces
era Manuel Quintanilla,
aquél que prestó su nombre
a una calle de esta villa,
buen doctor y mejor hombre,
quien se percató enseguida
y certificó a la postre
que había perdido la vida.

Tras recuperarse el orden
se le informó a la familia
y también a Antonio Conde,
dueño de la barbería
donde fue oficial de corte.
Descansa en paz Laureano
donde quiera que te encuentres,
siempre  tendremos  presente
que aquella maldita charca
no mató sólo mujeres.


Guillermo Gutiérrez.





Recorte de prensa de la noticia.

viernes, 8 de enero de 2016

Caballos Alados


-Caballos Alados-
Miguel Sánchez dedica este poema a todos aquellos que 
entregaron su niñez para cuidar de sus cabras por
las Sierras de Fuencaliente.

Caballos alados-archivo de sonido
Hay en mi pueblo un cabrero
que fue viejo antes que niño,
ya se buscaba el sustento
cuando no tenía equilibrio
gateando por el suelo
mamando como los chivos.

Aprendió a escuchar el viento,
a leer sobre la escarcha,
el sol le hablaba del tiempo
y la luna lo acunaba.


Ganado, sierras y montes,
en jarales y quemados;
ríos, fuentes, alcornoques,
los años fueron pasando
sin disfrutar de alboroques
que otros hombres le contaron.

En silla baja sentado
junto al umbral de la puerta
contra un fondo enjalbegado
cuando el sol ya va de puesta,
me lo encuentro contemplando,
con la mirada entreabierta
como un niño ilusionado,
esas nubes de cometa,
esos caballos alados
movidos con brisa fresca.

Ahora que ya eres un niño
deja correr el pasado
aferrándote con mimo
a esos caballos alados.


Autor: Miguel Sánchez.

Niño cabrero

viernes, 23 de octubre de 2015

La batalla de Fuencalda




Archivo de sonido para móviles


A Martín Pérez  Siones,
por el mil doscientos ocho,
maestre de Calatrava
lo nombró el rey don Alfonso,
y al poco de ser electo
entró en guerra con los moros.
Tras ellos fue por Jaén
con sus vasallos he hidalgos
incendiando  las aldeas
y robando por los campos,
pero al saberlo los moros
aquel sitio abandonaron.


  En el reino de Aragón,
 lugar a donde escaparon,
algunos  de sus fortines
conocido es que cercaron,
presentándose el maestre
a socorrer los cercados,
y  al percatarse los moros
aquellos cercos alzaron.

Por unas informaciones
que al maestre le llegaron
 supo que en otro castillo,
el de Almodóvar del campo,
unos sesenta cristianos
los moros habían matado.


 Se fue presto contra ellos
del todo encolerizado,
y en tierras de calatrava
se nutrió de más soldados;
pero escaparon de nuevo
cuando estuvieron al tanto.

En la villa de Fuencalda
lograron al fin cazarlos,
y allí mataron a muchos
y a doscientos cautivaron,
que por orden del  maestre
 a cuchillo los pasaron
en una espantosa muerte.


Guillermo Gutiérrez


Alfonso II de Aragón
Moros y Cristianos en plena lucha


















                                    



Con estas palabras lo cuenta el cronista calatravo frey Francisco de Rades y Andrada:



El III Maestre de Calatrava fue Don Martín Pérez de Siones, natural de la ciudad de Tarazona en Aragón. […] entró con sus caballeros y vasallos haciendo guerra en las tierras del Obispado de Jaén que eran de moros; y después de haber robado el campo y quemado algunas aldeas, supo que los moros por otra parte habían entrado en el reino de Aragón, y tenían puesto cerco a unos castillos de la Orden; y luego fue con sus caballeros a socorrer a los cercados. Los moros cuando supieron de la ida del Maestre, alzaron el cerco, y así el Maestre no entró por entonces en el reino de Aragón; antes se volvió a Calatrava. Entre tanto los moros habían entrado por otra parte de Sierra Morena y llegado al castillo de Almodóvar del Campo, el cuál habían tomado y muerto en él más de sesenta cristianos. Sabiendo esto el Maestre, […] fue contra ellos con la más gente que pudo recoger en tierra de Calatrava. Los moros, sabiendo esto, desampararon el Castillo; y el Maestre fue en seguimiento de ellos hasta un lugar que se llamaba Fuencalda, en Sierra Morena, que ahora se dice la Fuencaliente; y allí él y los suyos mataron muchos de los moros que se quisieron defender, y cautivaron más de doscientos, los cuáles, por mandado del Maestre, fueron pasados a cuchillo.




No era habitual matar a los cautivos, pero no por razones humanitarias, sino porque era más rentable venderlos o rescatar con ellos otros tantos cristianos cautivos. Sin embargo, en Fuencaliente, Siones hizo degollar a los doscientos moros cautivos como escarmiento por haber matado a varios cristianos en un combate previo. Este despilfarro produjo la indignación de algunosfreyles, que se rebelaron contra la autoridad de Siones e intentaron destituirlo del cargo demaestre. Finalmente, la rebelión fracasó y Siones se afianzó en su cargo.



viernes, 28 de agosto de 2015

Palabras para Julia

                                                   

 La nostalgia le visita, y en su ausencia, su voz enmudece al recordarla…mientras, enlaza palabras en un cuaderno, donde su material literario es su propia vida, por la que pasa a lomos de su tristeza.

 Escribe retazos de su historia con esa mujer maravillosa que fue su compañera de camino durante sesenta años; y en su recuerdo se recrea y vuelve a vivir…y le habla, y la siente en cada uno de sus propios latidos, en cada uno de sus silencios, en cada una de sus lágrimas; y suspira, y le ama palabra a palabra.
 Una vida llena de esencia, un cuaderno lleno de vida, de valor, de coraje, de trabajo, de esfuerzo, de penas y alegrías, pero tan, tan lleno de amor que hasta duele.

Alaba en cada página su labor como hija, hermana, novia, esposa y madre vista a través de sus ojos.
 —A Julia nadie la conocía como yo --, repite en varias ocasiones.
Él, ahora mira diferente, usa sus ojos para navegar en la tranquilidad del mar de sus recuerdos, y mientras se humedecen, escribe y la sigue amando  página a página.

Julia, mujer admirable. No has muerto y nunca lo harás aunque tu corazón haya dejado de latir; tan sólo se muere cuando en los recuerdos se deja de existir, tú, no has muerto Julia, querida… simplemente te has hecho invisible.



 Autora: Rosi. 

( voz: Guillermo Gutiérrez )






miércoles, 5 de agosto de 2015

La María Juana


Archivo de sonido

archivo de sonido para móviles


Al subir la calle nueva,
cuando llegas a la plaza,
nos encontramos de frente
con una fachada blanca
que tiene cuatro balcones,
una pequeña ventana
y una puerta de madera
que nunca estuvo cerrada.

Después del amanecer,
al asomar la mañana,
aquella puerta barría
una mujer campechana
para tenerla decente,
pues durante todo el día
no dejaban de cruzarla
un gran número de gente.

Unos buscaban la maña
que aquella buena mujer
en la costura se daba,
otros la conversación,
que siempre de buena gana
les ofrecía con agrado
y una sonrisa en la cara;
otros le pedían consejo
por ser una mujer sabia
y otros buscaban consuelo
del dulce de sus palabras.
También iban a enterarse
por quién era que doblaban
ya que cuando había un difunto
ella era la encargada
de que doblaran campanas.

Hoy las campanas no doblan,
más bien parece que lloran
la muerte de maría juana,
una mujer de bandera
que se curtió en mil batallas
y en el cielo están de fiesta
para recibir su alma,
la que siempre tuvo abierta
como la puerta de casa.




Guillermo Gutierrez.

La María Juana





domingo, 14 de junio de 2015

La glicina del jardinillo.




Retorcido su tronco rompe la tierra
buscando altura para enredar sus cabellos,
esbelta cual columna griega,
con sus fuertes manos de mil dedos.

Su capitel, que cabeza de medusa pareciera,
teje una maraña que cubre el cielo;
con sus racimos de añil caramelo
riega de fragancias y sombra el suelo.

Vestida en verano, plácido sueño,
el viento de otoño sus hojas trasiega,
desnuda queda para el invierno,
con mantón de reina en primavera.




Miguel Sánchez

 

miércoles, 20 de mayo de 2015

la leyenda de la cruz de los peñones


Del por qué se ancló la cruz
encima de los peñones,
no hay testimonios escritos
ni documentos, ni informes;
han sido algunos vecinos
 ya demasiado mayores,
los que nos han relatado
cuáles fueron las razones.

 Hace tiempo hubo un muchacho
que sufría enajenaciones,
 con una gran facultad
para hacer premoniciones
 que tuvo a los pobladores
 con muchas preocupaciones,
 y es que siempre adivinaba
en todas sus predicciones.

Si cantaba el miserere
a gente con afecciones,
sabían que a los pocos días
llegarían las defunciones,
por eso no querían verlo
cerca de sus posesiones.

Como cualquier otro niño
buscaba sus diversiones,
y lo llevó al promontorio
una de sus excursiones.

Cuando estuvo allí subido
se cree que unos trompicones
hicieron que se cayera,
aunque existen dos versiones;
otros creen que su caída
se debió a los empujones
que su locura le diera.

Lo cierto es que por sus dones,
o al menos así lo entiende
quien da las explicaciones,
el muchacho no sufrió
ni siquiera contusiones,
por lo que su santa madre,
que lo tenía entre algodones,
quiso agradecerle a dios
por no mandarle lesiones;
y le puso allí una cruz…,
 encima de los peñones.