Y cuando vas dejando Fuencaliente,
para pisar
tierra de Andalucía,
se torna la
fatiga en alegría
cuando el
camino, nos ofrece una fuente.
Se dice que una teja antiguamente,
el chorro de
agua fresca conducía,
hasta
acercarlo a aquél que lo bebía,
dejándolo en
su boca suavemente.
Por ser de hierro su sabor teñido,
rehúsa de
tomarla el forastero
y es que se
tiene por afuera oído,
que si tomas el agua del venero,
de la cabeza quedas desvalido,
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